
Siguiendo el trazado del Camino de Santiago, el peregrino que busca hacia el Oeste la tumba del Apóstol descubre en Burgos una ciudad hospitalaria plagada de referencias jacobeas.Aunque la ciudad no nació al amparo del Camino, la influencia de la ruta fue vital en todos los aspectos de su desarrollo: social, económico, cultural, artístico...
Aunque Burgos no nació con el Camino, sí se convirtió pronto en una de las ciudades más acogedoras de una ruta que hizo que surgiera hace diez siglos el primer concepto de Europa como unidad cultural y espiritual. Fue tanta la influencia del Camino de Santiago en la configuración urbana de Burgos que su plano actual ha conservado con toda exactitud el trazado histórico del mismo. Los peregrinos entran en la ciudad por el barrio de Gamonal, donde se erige la gótica Iglesia de Santa María la Real y Antigua, antigua sede del obispado.Tras atravesar la calle de Vitoria, el peregrino continúa la ruta por la calle de las Calzadas y alcanza la jacobea plaza de San Juan, con sus antiguos monasterio y hospital de romeros. Del Monasterio de San Juan sólo se mantiene en pie el claustro y la sala capitular, obras de estilo renacentista; mientras que del Hospital de San Juan (hoy reconvertido en Casa de Cultura) apenas quedan restos en la portada y escudos del actual edificio, obra de Simón de Colonia. El antiguo hospital, uno de los más importantes de la Ruta Jacobea, fue fundado en el año 1476 como herencia de uno más primitivo que el rey Alfonso VI donó a San Lesmes en 1091.
Frente a éstos se alza la Iglesia de San Lesmes, en la que reposan los restos del santo francés que se quedó en Burgos en el siglo XI para cuidar a los peregrinos enfermos y que la ciudad ha acogido como su patrono. Destacan de la iglesia su portada y sus tres naves góticas, así como el retablo de la capilla de los Salamanca y un magnífico púlpito plateresco.
Una vez cruzado el puente medieval sobre el río Vena, el Arco de San Juan permite enfilar la calle del mismo nombre hasta enlaza, por la calle de Avellanos, con la antigua rúa de Fernán González.
Siguiendo esta vía, el peregrino accede a una de las vistas más espléndidas de la Catedral de Burgos, frente a cuya puerta de Coronería dará con el Palacio de Castilfalé, sede del Archivo Municipal. Construido a mediados del siglo XVI, conserva de su primera fábrica la planta baja de la fachada principal, el zaguán, la escalera y el patio porticado.
Cerca se alza la Iglesia de San Nicolás de Bari, de traza gótica, reconstruida en el siglo XV sobre una primitiva iglesia románica fechada en el año 1163. La sobriedad de su portada renacentista contrast con la riqueza que alberga en su interior, donde destaca el magnífico retablo mayor, obra del taller de Simón de Colonia en el siglo XVI.
En la misma calle se alza el Arco de Fernán González, monumento triunfal datado en el año 1580 y erigido en el lugar donde se emplazaba la residencia del primer conde de Castilla.
Antes de abandonar Burgos, los peregrinos aún deben pasar por delante de otro monumento erigido en honor al Cid Campeador: el Solar del Cid, construido en el año 1784 por el maestro José Cortés, donde según la tradición se encontraba la casa solariega de Rodrigo Díaz de Vivar.
El Camino abandona la antigua ciudad amurallada por el mudéjar Arco de San Martín para cruzar el Arlanzón por el Puente de Malatos (leprosos), en cuyo entorno se situaban la mayoría de los hospitales para peregrinos.
Tras atravesar el gran Parque del Parral –donde se encuentra el albergue de peregrinos– se llega al Hospital del Rey, hoy sede de la Universidad de Burgos y antaño una de las instituciones hospitalarias más destacadas de todo el Camino de Santiago. Fundado por el rey Alfonso VIII en favor de los peregrinos, destaca la plateresca puerta de Romeros que da acceso al patio principal, presidida por una imagen del Apóstol.
También puede buscar el visitante evocaciones jacobeas en el cercano monasterio de Las Huelgas Reales, bajo cuya jurisdicción estaba el Hospital del Rey.
